- Te digo que la mina es buena, a lo mejor te pareció un poco abstracto todo porque vos no estás muy receptiva, pero vas a ver que de ahora en más te van a empezar a pasar cosas con estos números -me dijo para convencerme.
-Bueno, no sé. Espero no volverme loca con lo de los números - le dije.
- No, vas a ver que no, vos contame lo que va pasando y yo te ayudo a interpretar- me dijo y cortó.
Me quedé pensando en esto de los números y las repeticiones y las sumas y las restas.
Esto del "hombre de tu vida" me dejó mal. Instaló un concepto en mí que no tengo. ¿Qué es esa pedorrada del hombre de mi vida? El hombre de tu vida es el hombre de tu vida justo cuando es el hombre de tu vida. Mi novio de los quince fue el hombre de mi vida desde los quince hasta los diecinueve. Algunos de los otros novios que le siguieron ni siquiera llegaron a calificar. Creo fervientemente que las únicas personas que pueden decir "el hombre/mujer de mi vida"son sólo los moribundos en el lecho de muerte en sus instantes finales. Calculo que recién ahí podés evaluar cuál de todas esas personas dejó una marca indeleble.
Pensé en los hombres del momento. Dos amantes esporádicos y varios amigos varones. Ningún amor.
Con todo el trabajo atrasado que tenía me fui a mi bar favorito con la compu. Me senté en la misma mesa y comí lo mismo de siempre. Saludé a los mozos, hojeé una revista y en ese instante entró él. Si esto no es amor a primera vista, no sé qué es. Tanto me gustó que ni siquiera puedo describirlo. Era muy alto y tenía en la mano Rayuela. Se sentó en la mesa de enfrente. Y me miró fijamente durante unos segundos. Corrí la mirada. De ahí en más se me nubló la pantalla de la compu, o la vista mejor dicho. Primera vista, pensé. Amor a primera vista. Pero no existe tal cosa. ¿O sí? Uno se enamora de lo que cree que el otro puede ser. Sin embargo a lo mejor te habla y tiene voz de pito o se ríe y tiene una pedazo de lechuga en el diente. Eso pasa con el amor a primera vista, se sostiene con tan poco que cualquier cosa lo tira abajo.
Sin embargo, no fue esto lo que pasó. Todo lo que hacía me gustaba. Cómo agarraba el libro, cómo se cruzaba de piernas, cómo tomaba el café. Después de una hora de miradas sostenidas y evadidas pensé que algo tenía que pasar. O te levantás ya y te vas a tu casa o me hablás - pensé. En ese mismo instante se paró, pagó y se fue. Damn it! Yo sóla hice esto! El poder del pensamiento! Al final Depak Chopra tiene razón.
Si dos personas disponibles, que se gustan y se miran, finalmente se hablaran (en cualquier lugar en el que estén) seguramente se ampliarían las posibilidades de los encuentros. En fin. De estas escenas, ya tuve muchas.
Pedí la cuenta y preparé la plata (ya sabía cuánto era). El mozo me trajo la cuenta y una notita que decía: "Tenés razón. Te miré y no te hablé. Pero me arrepentí. Si tenés ganas dejame tu teléfono en este papel. Vivo cerca, mañana lo paso a buscar por este bar. Hernán".
El corazón me empezó a latir rápido. El mozo me miró con complicidad. Saqué la birome y anoté el número de mi celular y le di el papel otra vez al mozo. - Quedate tranquila que lo voy a guardar bien- me dijo.
Cerré la compu y sonreí. Lo del trabajo mejor lo termino mañana.
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